EL 20 DE MAYO
Y LAS FIESTAS EN SAGUA LA GRANDE
No se pueden olvidar
Y LAS FIESTAS EN SAGUA LA GRANDE
No se pueden olvidar
Ha trascurrido poco más de un siglo de celebrada aquella inolvidable fiesta de 1902 donde el pueblo sagüero “se lo gastó todo” por conmemorar, por todo lo alto, la instauración de la República de Cuba.
Don Benito Serrano, quien tenía 21 años durante aquellas celebraciones, y 93 cuando me lo cuenta personalmente en 1974, nos describía aquellas fiestas como algo asombroso, fuera de este mundo, donde los voladores (fuegos artificiales), la bulla y alegría de las gentes, los trovadores, los desfiles, los juegos de competencias en todas las calles, la cucaña en el río, los paseos en coches de distinguidas familias, la abundante comida, y sobretodo las ciclópeas decoraciones que se hicieron, lo dejaban aturdido y muchos de sus amigos que lo acompañaban en paseo por las calles de Sagua “tenían caras de bobo” nos narraba textualmente el inolvidable Don Benito al tratar de describir la fascinación que provocaba en sus rostros aquel carnaval nunca antes presenciado por humano de la Villa; ¡ Cuba era libre por fín ¡ y su pueblo lo celebraba por todo lo alto. La muchedumbre corría de un barrio a otro para asistir a las novedades que allí ocurrían y que eran transmitidas en cadena de persona a persona. Los dos parques abarrotados, y por las calles desde Marta Abreu hasta Clara Barton y desde Luz Caballero hasta Máximo Gómez iban tus abuelos con el tete en la boca tomados de las manos de tus bisabuelos. ¡Quién tuviera una máquina del tiempo!...
Por suerte, nuestros antepasados tuvieron la maravillosa visión de hacer un resumen de todo lo allí acontecido para aquellas generaciones posteriores que aún no contamos con time machine, y tanto en texto como en fotos ha sobrevivido un fantástico album (del cual poseo un ejemplar) que en este mes de Mayo cumple ya 106 años de haber sido impreso con la ayuda de Don Gregorio Casañas y muchos otros sagüeros de ley.
No se puede olvidar a la Comisión Gestora que puso vida y alma para que todos los festejos quedaran a la altura de lo celebrado; ellos fueron:
General José Luis Robau, Manuel Alverdi, Tomás Bustillo, Antonio Roca, Gabriel Folla, Francisco Rosales, Federico L. Aldazába1, Fermín Martínez, Andrés Campa, Carlos García, Isidro Aranda, José María Beguiristain, Manuel Caballero, Ricardo M. Cartaya, Miguel A. Pinto, Manuel Rasco, Manuel F. Arenas, Juan R. Plana, Carlos Alfert, José Badosa, Andrés Ramos, Fernando del Río, Rogelio Tomasino, Felipe Blanco, Pablo Lazcano, Juan Manuel Prieto, Ricardo Medina, " Primitivo Coquier, Francisco Canto, Juan J. Garay, Francisco de P. Machado, José Garcerán de Van, Juan Echemendía, Serafín Pérez, Gerardo Bonau, Santiago Rosas, Martín Azpíri, Gerardo J. Romero, José L. Castellanos, Dionisio de la Concha, José del C. Suárez, Santos Delgado, Manuel F. Seiglie, Federico Alcover, Srta. Rita Machín, Sra. Elvira Mesa Vda de Hera, Calixto M. Casals, Isidoro Valdés, Delfín Tomasino, Braulio I.ima, Policarpo Guerrero, Antonino Fabre, Juan de Dios de Oña, Manuel Bonau, Agustín Carvajal, Guillermo Fitz Gibbon, Juan Martínez, Jaime Prats, Esteban Tomé, y Luis Daudet.
Pero ¡ muy importante para nuestro conocimiento! es saber además que, mientras esto ocurría en Sagua La Grande, en La Habana, a un sagüero le tocó el honor de ser el primero en izar la bandera cubana en el Castillo del Morro.
Como Presidente del Consejo Nacional de Veteranos de Cuba, nuestro ilustre coterráneo el General Don Emilio Núñez con la ayuda del vigía del Morro Don Narciso Valdés Mir, izó por primera vez en la historia, la primera bandera cubana creada por el General Don Narciso López, tras 45 disparos de cañón y todo un océano de aplausos y lágrimas de miles de cubanos que desde el malecón miraban emocionados el trascendental acontecimiento. Eran las 12:15 del mediodía y automáticamente, todos los buques mercantes del puerto bajaron la bandera norteamericana e izaron la cubana, al igual que en todos los balcones de las calles, los edificios públicos, y escuelas de toda La Habana ¡ y de toda la Isla!.
En Sagua la fiesta continuaba por todo lo alto. Cada esquina tenía su arco conmemoratorio, como este campestre de la derecha que estaba en la esquina de Maceo y Solís, confeccionado por todos los negocios de esa manzana.